Sobre la ansiedad
La ansiedad puede sentirse como un enemigo silencioso que afecta tu bienestar y limita tu día a día. Si experimentas preocupación constante, pensamientos intrusivos o síntomas físicos como tensión y dificultad para respirar, es momento de abordarlo. A través de la terapia psicológica, trabajaremos juntos para identificar sus raíces y desarrollar estrategias que te ayuden a recuperar la calma y el control en tu vida.
Preguntas frecuentes sobre la ansiedad y la terapia
¿Cómo sé si mi ansiedad es lo suficientemente “grave” como para buscar ayuda?
No necesitas esperar a que la ansiedad se vuelva insoportable para acudir a un profesional. Si la preocupación constante, el miedo o los síntomas físicos (como tensión, insomnio o palpitaciones) están afectando tu bienestar, es un buen momento para buscar apoyo. La terapia no es solo para casos extremos; también puede ayudarte a manejar el estrés antes de que se intensifique.
¿Y si mi ansiedad no es “tan grave” como la de otras personas?
La ansiedad se experimenta de diferentes maneras y en distintos niveles de intensidad. No se trata de comparar tu sufrimiento con el de los demás, sino de reconocer que si algo te está afectando en tu día a día, merece ser atendido.
¿La terapia realmente puede ayudarme con la ansiedad?
Sí. La terapia te brinda herramientas para comprender y manejar la ansiedad de una manera más saludable. Con el acompañamiento adecuado, aprenderás a reducir los pensamientos intrusivos, manejar las emociones y recuperar el control sobre tu vida.
No tengo soltura al hablar de mis emociones ¿Cómo sé si me sentiré cómodo/a en terapia?
Es completamente normal sentir nervios al principio. Un buen terapeuta creará un espacio seguro y libre de juicios donde puedas expresarte a tu ritmo. No tienes que contar todo de inmediato; la terapia es un proceso gradual.
¿Y si no sé cómo explicar lo que me pasa?
No necesitas tener las palabras exactas para empezar. En terapia, juntos iremos explorando tus pensamientos y emociones para entender mejor lo que estás viviendo. A veces, simplemente hablar con alguien que sabe escuchar ya puede ser un gran alivio.